sábado, 7 de junio de 2008

1ro de Mayo: Dignidad Obrera

Carolina Levario Gim

Ese día fingimos que los derechos del trabajador, en general, son respetados, olvidamos huelgas, conflictos laborales, despidos injustificados, explotación del trabajador; y empinamos el codo felices de haber conseguido “libertad laboral”.

¿Sabemos por qué se conmemora el día del trabajo? ¿Qué tanto sabemos de la lucha del trabajador consciente?

El primero de mayo se conmemora una jornada de lucha obrera y homenaje a los “Mártires de Chicago” yo prefiero decirles “combativos” pero bueno, mi pretensión de historiadora es corta.

Esta conmemoración tiene su origen en los albores de la revolución industrial, en Estados Unidos, donde trabajadores sindicalistas lucharon para lograr jornadas justas laborales de 8 horas: “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa” era la consigna.

Existían dos organizaciones laborales: La noble orden de los Caballeros del Trabajo, a la cual pertenecían la mayoría de los trabajadores; y la Federación Estadounidense del Trabajo, la segunda de corte socialista y con mayor dominio, la cual impulsó el 17 de octubre de 1884 el ultimátum de que el 1 de mayo de 1886 la jornada laboral debería durar 8 horas, en caso de no obtener respuesta al reclamo se iría a huelga.

El gobierno estadounidense, representado por Andrew Johnson como su presidente, aprobó la ley Ingersoll en la cual se plasmaban los frutos de las demandas laborales de 1884; la jornada de 8 horas parecía justa y cercana. Era sólo una máscara, al poco tiempo el gobierno, como es su costumbre, traiciona a su base productiva y permite que patrones de ciertos estados modificaran las leyes y las condiciones laborales siguieron en la misma.

La llegada de la huelga fue inminente. La noble orden de los Caballeros del Trabajo intentó persuadir a los trabajadores a favor del gremio patronal emitiendo un comunicado a la “no huelga”.

Los medios, como ahora, atacaron las medidas que los trabajadores tomaron para luchar por sus derechos, favoreciendo a la clase patronal y a la explotación del trabajador.

La fecha del primero de mayo está cubierta de lucha, pero también manchada con sangre de represión policial. Aquel primero de mayo de 1886, los trabajadores dejaron de sentir compasión por ellos mismos y empezaron a sentir dignidad.

Una vez más la historia nos demuestra que la necesidad es una causa primordial de movilización, pues era Chicago la ciudad donde las condiciones de trabajo estaban peor en Estados Unidos, y fueron esos obreros los que continuaron acciones el 2 y 3 de mayo. Ahí estaba la fábrica de maquinaria agrícola McCormik, que estaba en huelga desde febrero porque querían descontar del ya pobre devaluado salario de los trabajadores, para la construcción de una iglesia. La producción seguía gracias a esquiroles.

La organización de policías disolvió el 3 de mayo una concentración de personas, mientras en tribuna hablaba a sus compañeros trabajadores el anarquista August Spies; sin aviso alguno la policía empezó a disparar sobre el tumulto produciendo 6 muertos y varias decenas de heridos.

Ante este acto el redactor Fischer, de un medio impreso llamado Arbeiter Zeitung como testigo de represión, corre a su diario, idea una proclamación y la imprime en 25 octavillas:

“Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!
¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria.Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo.Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!.Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden...¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís !
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos”!

Este escrito significó la condena de Fischer a la horca y su asesinato porque fue una agitación para una manifestación obrera para el 4 de mayo en la plaza Haymarket; lugar donde serían reprimidos miles de trabajadores.

Los hechos de la represión ocurrieron así: consiguieron un permiso del acalde para llevar a cabo la convocatoria de trabajadores, incluso estuvo presente en el acto y lo dió por terminado.

Pero 20,000 trabajadores aún no se iban y el inspector de la policía juntó a 180 de sus miembros y la represión comenzó; de repente ocurre una explosión lanzada hacia la “seguridad” y mata a un policía y causa heridas a otros tantos, la ley abre fuego sobre los trabajadores matando e hiriendo a cuanto obrero se interpusieran a sus balas.

Se declaró el lugar en toque de queda y se levantaron cargos impunemente por la muerte del policía. Los obreros fueron golpeados y torturados.

¿Y la prensa? Claro que jugó su papel, el mismo que juega hoy la prensa comercial, en aquel entonces se sumó a las acusaciones y a la represión, responsabilizaba a 8 anarquistas de los hechos y exigía públicamente juicio y castigo:

Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas!.

Las condenas contra los trabajadores que en un principio eran 31, se redujeron a solo 8.

Los 8 anarquistas. El juicio fue en todo momento una farsa sin proceso penal alguno, la prensa defendía la idea de que todos los acusados eran culpables, y que los extranjeros debían merecer el castigo de ser ahorcados; esos extranjeros volvían a ser los anarquistas.Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca.

Las condenas tuvieron como pretexto la culpabilidad por el conflicto; los privaron de su libertad y asesinaron “legalmente” por sus ideas políticas y no por el acto jurídico en si.

Fueron condenados por ser obreros rebeldes, hombres de ideas libertarias, trabajadores conscientes que se organizaron; fueron condenados por querer ser trabajadores libres. Condenaron su razón quitándoles la vida.

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