jueves, 10 de abril de 2008

Represión al ciudadano común en el Ejido la Victoria

Carlos M. Luna

El domingo 2 de marzo, amigos y familiares, entre ellos un menor de edad, salieron a entrenar y bailar sus caballos con el motivo de estar preparados para asistir el sábado 8 a la cabalgata convocada por el gobierno del estado. Pero sus planes se vieron frustrados al ser enfrentados, mientras se divertían con un caballo “prieto” bailador, por un operativo de policías municipales, en testimonio de uno de los afectados que pidió nombráramos como Eduardo Bours, por temor a represalias.

Los policías municipales se mostraron prepotentes y no dieron razón real que en el momento hiciera que los cabalgantes se bajaran y se subieran a sus patrullas, como lo pedían. Eduardo Bours, nos platica que “no hacíamos daño a nadie, y al sentirnos impotentes por la insistencia de subirnos a las unidades, corrimos en los caballos hacia la vía del ferrocarril”. En ese momento, cuando los jinetes andaban sobre la vía, que se encuentra a un costado de la calle que comunica los ejidos de La Victoria y El Tazajal, los policías comenzaron a disparar contra las patas de los caballos, escuchándose el rozar de las balas en las piedras y el metal de las vías.

Después de que lograron burlar parcialmente la persecución volvieron al campo de béisbol, donde había sucedido el primer encuentro con los elementos policiales. El denunciante se consuela de que el caballo del menor que iba con ellos, que ya había sufrido una caída debido al movimiento brusco del caballo asustado por los disparos, corriera hacia el otro lado y lograra escapar, ya que los policías parecían “ir por todo”.

En este momento, dentro del campo de béisbol, donde no podían entrar los automóviles. Los policías se bajaron y a voz de “la andan cagando, ¿qué desmadre traen?” intentaron persuadir a los vaqueros. Para estas alturas para las policías los vaqueros eran más un reto que unos delincuentes.


Los medios los ignoran

En el periódico Entorno Informativo de Hermosillo apreció una nota el día martes 4 de marzo que tiene como encabezado: “En el ejido La Victoria, atacan vaqueros a policías”. En la nota se menciona que las agresiones policiales comenzaron debido a que los jinetes habían lanzado botes de cerveza a las patrullas. En la entrevista Eduardo Bours, desmintió lo dicho, y se lamentó de que los medios trataran al ciudadano como invisible, como mudo delincuente por naturaleza.

Después de que la persecución volviera al campo de béisbol y los disparos al aire continuaran, la gente del ejido comenzó a percatarse de que “lo que estaba sucediendo era una injusticia, por lo que tomaron piedras y empezaron a aventarlas contra los policías. Fue hasta entonces que pudimos zafarnos y correr a nuestras casas”. En ese momento las patrullas municipales se retiraron del lugar.

Al separarse los jinetes para ir a sus casas, no sabían que el ejido estaba siendo sitiado por la judicial del Estado y elementos militares. Estas unidades de apoyo llegaron a la Victoria bajo la denuncia de los policías municipales de que los vaqueros a los que habían enfrentado tenían armas de fuego. En el testimonio, el afectado nos dice que “no es posible que nosotros carguemos con un arma de fuego, cuando ni siquiera tenemos navajas”.


Atrapados

Después de separase, una parte del grupo de los vaqueros fue interceptada por policías. Estos son los que mas tarde serían presentados ante los medios como presuntos responsables de dañar una patrulla.

El entrevistado nos informa que las cuatro personas que atraparon, fueron golpeadas por la policía, en una especie de venganza, los amarraron con una piola, esposados, a la bola de remolque de un pick up y los arrastraron por el suelo. En algo que parece ser más una constante que una excepción a la regla.

Los detenidos fueron liberados al siguiente día después de que se cobró su fianza generada de los daños que se dice ocasionaron a una patrulla.


Mensaje

El mensaje generado de esta noticia, es la confirmación del ambiente represivo que vivimos en Sonora. Un enfrentamiento que pudo haber sido solucionado de otra manera, con diálogo y entendimiento, fue llevado a extremos viles e inútiles. Y además el comportamiento de los policías termina validado por el Ministerio Público y las declaraciones de las víctimas ignoradas.

El testimonio presentado es anónimo, y lo es debido a que un ciudadano no puede denunciar formalmente ante ninguna institución sin sentirse desprotegido.

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