miércoles, 9 de enero de 2008

Reconocimiento al periodismo civil de Radio Bemba

Benjamín Alonso, más allá del premio nacional

José Luis Jara

El premio nacional de periodismo que recibió Benjamín Alonso del Club de Periodistas de México, no sólo debe entenderse con la nota rosa del evento, donde se engalana y se reconoce la labor por la libertad de expresión.

El renombre del premio se incrementa, en la medida en que este ejercicio de libertad y derecho humano, se encuentra en los niveles más bajos de calificación en nuestro país.

Si todavía prevalece la represión que sufren los periodistas de parte de los sicarios del narco, se suma y toma relevancia, la represión gubernamental, como la que ocurrió en Oaxaca, precisamente en los días en que Benjamín se trasladó a ese lugar, como corresponsal de Radio Bemba, la estación 95.5 del FM, que se transmite desde la gloriosa 5 de Mayo, en la ciudad de Hermosillo.

Fue en noviembre del 2006, cuando Benjamín se lanzó a esa aventura. Se fue a Oaxaca con respaldos de amistades a quienes les pidió no sólo apoyos, sino hasta dinero para tarjetas de teléfonos celulares, a fin de enviar los reportes desde el lugar de los hechos.

El plan inicial fue irse por siete días, pero debido a que los acontecimientos tuvieron un giro interesante, la estadía de Benjamín se prolongó a un mes, que aprovechó para realizar periodismo civil y de investigación, cuyos resultados están a la vista, con el reconocimiento que obtuvo de parte del Club de Periodistas de México, un premio que ha venido pasando por un proceso de ciudadanización, donde se premia a los que defienden la libertad de expresión en la trinchera del periodismo.


Un reconocimiento al periodismo civil

El equipo de redacción de Caracol tuvo una charla con Benjamín Alonso, para conocer los pormenores de su trabajo y la trascendencia que tuvo el premio del Club de Periodistas, para él y Radio Bemba, la estación hertziana que se difunde en Hermosillo, con la idea de llevar la democracia a las calles.

Así dice el eslogan de Radio Bemba. Y Benjamín es una expresión del talento que se aglutina y se genera en torno a esta estación comunitaria.

La charla fluyó con el Benjí como debía ser: libre, informal, con interrupciones que se provocaron al tomar la única dieta que contábamos para estar en el lugar donde se hizo la entrevista: café para todos y un pan para el entrevistado. Enorme privilegio.

La organización que entregó el premio nacional es el Club de Periodistas de México, una asociación civil que se fundó hace más de 50 años. Su fundador, Antonio Sáenz de Mier instituyó el certamen nacional con el fin de estimular el trabajo por la libertad de expresión.

Por esos escenarios desfilan los reporteros de los medios nacionales. Periodistas de La Jornada, Proceso, El Universal y otros, que son los que reciben regularmente los galardones. En esta ocasión, en el rubro de crónica para radio, Benjamín recibió el reconocimiento.

Nada de dinero. Sólo un papel que está firmado por una asociación que se ha venido ciudadanizando, con amplio prestigio en el país y el extranjero.

En ese escenario, el reportero de Radio Bemba se codeó con Julio Hernández de La Jornada, Daniel Lizárraga de Proceso, Carmen Aristegui, San Juana Martínez, Rubén Luengas.


Voz a los sin voz

Benjamín estudió ciencias de la comunicación en la Universidad de Sonora. Desde entonces, su orientación social fue muy definida: hacia la sociedad, principalmente del lado de los jodidos.

Su tesis para titularse fue un estudio socio histórico sobre el movimiento magisterial en Sonora. Y en 2003 inició su activismo político, organizando manifestaciones en contra de la invasión a Iraq.

Pero desde 1999, hasta el 2005, trabajó como asistente de investigación con profesores de universidades norteamericanas. Trabajo con investigadores de la Universidad de Nueva York, Nuevo México, de Harvard.

Su entrada al periodismo, como él lo confiesa, fue en 2006, precisamente con el caso de Oaxaca.

De acuerdo a su charla, los motivos que lo orillaron para lanzarse a esta aventura, fueron los documentales que miró sobre este movimiento. Sabedor de que la violación a los derechos humanos estaban a la orden del día, consideró oportuno y enriquecedor el trabajo periodístico, bajo la perspectiva de darle voz al movimiento social.

Se acercó a Radio Bemba, con quienes tenía amistad de antemano, les presentó el proyecto y lo aceptaron.


Momentos difíciles

Claro que hubo momentos difíciles. Unos días antes de su partida se dio el trágico asesinato de un periodista independiente, como iba Benjamín. Fue el 26 de octubre, cuando en medio de una trifulca en medio de la represión, una bala perdida penetró el cuerpo de Brad Will.

El joven norteamericano murió a los minutos de recibir el balazo que salió de las armas del aparato represivo de Ulises Ruiz.

Unos días después, Benjamín salió desde este desierto del septentrión americano. Llegó a Oaxaca en medio de esos enormes procesos históricos que se estaba gestando. El movimiento de resistencia del pueblo oaxaqueño estaba experimentando, a través de la APPO, enormes oleadas del movimiento social. Tomó forma esa extraordinaria conciencia histórica, en una comuna popular que prácticamente le disputó el poder al endeble, pero ultra represivo, gobierno de Ulises Ruiz.

Hubo momentos en que Benjamín estuvo con poquísimos recursos. Y se vio obligado a escribir a sus amigos. A cada uno le planteaba las cosas a su manera. Honestamente les explicó la razón de su trabajo en Oaxaca. Les expuso la situación de Radio Bemba, una radio comunitaria con recursos muy ajustados, que no estaba recibiendo dinero y que por esa razón les solicitaba ayuda para sostener el proyecto.

Pasaron momentos difíciles, pero la respuesta se dejó venir y con ello se mantuvo la posibilidad de transmitir diariamente a los noticieros de Radio Bemba, las noticias de la Comuna de Oaxaca.

Benjamín fácilmente se podría confundir con un hijo ideológico de Bakunin. A leguas se nota que manda al diablo las formalidades. Su cabello y barba lo delatan como un tipo que le vale madre lo que piensen de su atuendo o forma de presentarse.

Así estaba en la entrevista y seguramente, así andaba en Oaxaca. Y allá, lo que importó en esos momentos, fue el ejercicio de periodismo civil, en la cresta de la ola social mexicana del año.

“Un día unos periodistas me vieron como si fuera de (la secretaría de) gobernación. Me tomaron fotos porque desconfiaron de mi.

“Los amigos de Radio Bemba me ofrecieron un gafete, pero mi idea siempre fue el periodismo civil. Usé poco el gafete a pesar de los riesgos que enfrentaba, sobre todo con la policía que era con quien corría los riesgos más difíciles”.

Salió el 3 de noviembre y para el 6 ya tuvo su primer desencuentro con la policía federal preventiva. 2Me tomaron fotos y yo les tomé. Ellos tenían tomada varias manzanas de la ciudad de Oaxaca”.

Pero la situación más difícil que pasó fue el 25 de noviembre, el día en que Ulises Ruiz emprendió la ofensiva contra la Comuna de Oaxaca.

En ese enfrentamiento, Benjamín se tuvo que encuartelar prácticamente, en una casa de la ciudad. Junto con otros periodistas se mantuvo encerrado, sin siquiera asomarse por la puerta. Y en ocasiones, ni al patio de la casa podían salir debido a la vigilancia que se operaba desde los helicópteros de la policía.

El patrullaje en la ciudad era constante, día y noche. Su tarea represiva no era para menos, pues tenía que desarticular a la organización popular que se gestó en el movimiento oaxaqueño.


La Comuna de Oaxaca

Benjamín platica lo que observó durante la jornada que se aventó en esta entidad.

Los niveles de organización fueron impresionantes. Se llegó a formar la Comuna de Oaxaca, la madre de todas las organizaciones sociales y una forma de auto organización del pueblo.

En las comunidades indígenas de Oaxaca existe una tradición milenaria de organización comunitaria. El magisterio es emblemático en la lucha social, porque ahí se encuentra una buena raíz de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación. Los opositores feroces a la cacique mayor mexicana, la señora Elba Esther Gordillo, mejor conocida en el mundo gangsteril como la Hoffa.

En otras palabras, el pueblo oaxaqueño tiene algo en su interior que les viene de su raíz: su comunidad. El trabajo comunitario en los pueblos indígenas, es una tradición milenaria. Por esa vía resuelven los problemas que tienen que ver con la comunidad, como son los trabajos comunitarios, que se realizan sin paga a la gente. Limpian lotes baldíos, escuelas, parques y se reúnen para firmar cartas, de tal suerte que este factor de unión es la clave para entender el surgimiento de la APPO. Y la APPO fue la máxima expresión de la auto organización popular.

Otro caso particular, que llamó la atención de Benjamín, fueron las barricadas que se formaron en Oaxaca. Mediante estas trincheras se organizaba la gente. Se formaban horarios para garantizar la vigilancia las 24 horas del día y todos los días. Era una forma de motivar la organización del pueblo y por tanto, una forma para tomar decisiones que se llevaban a las reuniones de la APPO.

En esas defensas populares se reunían todos los vecinos. Los jóvenes con los adultos mayores, con las muchachas y las señoras. Todos ellos estaban bien conscientes en la necesidad de cuidar la barricada todo el día.

Al relatar estos hechos, Benjamín habla reflexionando sobre el proceso oaxaqueño: en ese año, más de la mitad del pueblo estaba con la APPO. En noviembre, el peso de la APPO creció enormemente y por eso estuvo tan dura la represión que se dejó venir el 25 de noviembre.

Todo ese movimiento oaxaqueño se concentró el 25 de noviembre del 2006, cuando se convocó a una megamarcha. Se convocó al acto en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, toda una institución en los movimientos sociales del sur del país.

Fue el día de la represión. Cuando Benjamín logró escapar junto con otros periodistas en un automóvil de una liga por los derechos humanos en México.

La noche del 25 de noviembre fue un verdadero brete. Salir del punto neurálgico de los enfrentamientos, era imposible. Las redadas policiacas terminaban en reclusión de gente hasta en casas particulares, porque las cárceles no se dieron abasto.

“Nosotros logramos huir en un carro de unos observadores internacionales de los derechos humanos. Éramos catorce periodistas que nos fugamos en una camioneta tipo winstar”.

Los de la camioneta eran de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos.

“Al día siguiente, el lunes, estuvimos encerrados en una casa. No nos podíamos salir por la vigilancia tan constante. Por tierra y aire. Con carros y helicópteros”. Y desde esa casa, Benjamín mandó sus reportes de esos días a Radio Bemba.

En Hermosillo, esta estación de radio registró un importante crecimiento en sus escuchas. Los informes de Benjamín desde Oaxaca y la labor de los talacheros de esta radio comunitaria, generaron una ola de solidaridad insospechada en esta ciudad, donde predominan los medios de comunicación que, al igual que los de Oaxaca, les encanta la lana y manipulan los hechos.


Ulises como Bours

La lejanía del lugar y porque la referencia que tenemos de un gobernador de Oaxaca es como la de un gobernador de Sonora, motivó una pregunta que aparentemente pudiera estar fuera de lugar:

El paralelismo entre Ulises y Eduardo Bours.

Benjamín respondió sin tapujos:

“Son muchas similitudes en cuanto a autoritarismo, el despotismo, el desprecio por las manifestaciones sociales y existen muestras palpables del desprecio que tiene Bours hacia la prensa”.

En el caso de Oaxaca, la prensa oficial se vio fuertemente rebasada. Muchos periódicos no pudieron sostener una posición de apoyo al gobernador Ulises Ruiz, ante la claridad y la contundencia de los acontecimientos.

Para Benjamín Alonso la libertad de expresión está muy maltrecha, muy lesionada. El caso de Oaxaca es por demás significativo, porque la supuesta libertad de expresión fue tan falsa. “Si no hay que preguntarle a muchos de los compañeros oaxaqueños que han sufrido la represión policiaca. Hay que preguntarles a los periodistas que fueron reprimidos, como fue mi caso”, relata.

Lo más terrible fue el caso de Brad Will el 27 de octubre.

Y la represión la vivimos todos los periodistas. Oficialistas e independientes. A gente de Proceso, del Financiero, Milenio, todos ellos fueron agredidos.

Y hay que mirar las páginas de los periódicos nacionales: no se permitía ventilar el trabajo que realizaban sus reporteros. Había una consigna en esos medios de no publicar nada de la represión. Ello se convirtió en la comidilla entre los corresponsales.

En caso de Radio Bemba fue totalmente lo contrario. Benjamín fue el reportero que nos tuvo al tanto de los acontecimientos. Las transmisiones que mandaba fueron hechas en medio de los trancazos. Y por eso, sus envíos fueron de la fuerza, con que fueron los acontecimientos.

La reflexión de Benjamín sobre ello, deja abierta la puerta al mundo de posibilidades: “Si en el periodismo nacional había una consigna de no publicar el trabajo de sus corresponsales, sin importarles la represión que sufrían día a día, imagínate en qué lugar se encuentra la libertad de expresión en nuestro país”.


La cereza del pastel de Radio Bemba

El premio nacional de Benjamín, podría decirse que fue la cereza que corono el pastel del séptimo aniversario de Radio Bemba. Para esta radio comunitaria, el reconocimiento a uno de sus periodistas fue colocarlos en la cresta de la ola del movimiento periodístico nacional.

Radio Bemba transmitió el movimiento desde su origen, desde junio, julio estuvieron transmitiendo de manera excelente. Nada más por eso, la radio se merecía un premio.

Para Benjamín, este premio es la confirmación del premio que le da a uno la gente con escuchar la radio. Y este reconocimiento personal es un reconocimiento para la radio, que sirva para llamar la atención y que este proyecto comunitario reciba más apoyo de la gente.


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