miércoles, 9 de enero de 2008

El saber de mis hijos hace mi pobreza

Ismene Figueroa López

La Universidad de Sonora tiene el lema que dice: “El saber de mis hijos hará mi grandeza”. Se anuncia con algarabía en cada ocasión especial: aniversarios, graduaciones, reconocimientos, etc. Sin embargo, al parecer, se olvida que adquirir conocimientos implica gastos para los estudiantes que, por lo general, se hacen con muchos esfuerzos –por algo nos llaman estudihambres-, pero eso es algo que últimamente les importa poco a nuestras autoridades, que no hacen nada al respecto, al contrario, cada vez elevan más las cuotas.

Resulta muy contradictorio que las autoridades no defiendan el acceso al conocimiento en hechos simples, concretos, materiales, mientras que por otro lado se regodean en discursos abstractos del espíritu universitario que los inspira en su actuar. Me pregunto, por ejemplo, porqué la “luz del conocimiento, que todo lo ilumina” se vende, y para colmo, se vende caro. Lo cual lleva a pensar que seguramente por eso nuestro Estado y el país viven en la oscuridad.

En cosas más prácticas por ejemplo, es lo diario de estudiantes, recurrir a las copias para las lecturas de las materias, a falta de dinero para comprar libros. Pero ahora resulta que el fotocopiado es todo un negocio con la complicidad de las autoridades. Porque en vez de que la universidad busque las mejores alternativas para poner al alcance de todos “la luz del conocimiento”, empezó a dar concesiones para empresas particulares.

Ellos, en su ambición salvaje de ganar más han subido los costos por este servicio, de tal suerte que ahora están más caras las copias adentro de la universidad que afuera. En las bibliotecas cuestan hasta 50 centavos, mientras que afuera el precio oscila alrededor de los 25.

Estos beneficiados por las autoridades aprovechan a todo dar, el mercado cautivo que representan 27 mil estudiantes, más la ventaja extra que les da el tener las copias de libros, que afuera es más difícil conseguir.

Y si se tomara en cuenta el precio de la comida, botanas, bebidas y todos esos menjurjes que se expenden en las casetas, la inflación estuviera galopante. El caso del comedor ya es un caso perdido. Resulta muy oneroso alimentarse en este comedor universitario, cuyo espíritu debería ser el de la alimentación nutritiva y a bajo precio. Pero lejos de ello, lo que les interesa es la ganancia y venden los alimentos bajo este criterio.

Desafortunadamente, para los que creen que las labores de la Profeco son las de un fiscal efectivo, ni siquiera puede intervenir en contra de estos revendedores de productos, quienes se aprovechan al máximo de la supuesta autonomía de la Universidad de Sonora.

Los estudiantes universitarios somos los blancos perfectos, el mercado más deseado, materia disponible para vender al mejor postor. ¿Y cómo se ganan esas concesiones?, a saber…Y ¿a quién benefician? Porque esta claro que a l@s estudiantes, no.

Alguien sabe, ¿en qué ley o reglamento de la Unison se funda el costo de $550 pesos por el examen de admisión llamado EXHOCOBA? Porque el reglamento de cuotas por servicios escolares en su artículo seis especifica que la cuota por el examen de admisión debe ser lo correspondiente a un salario mínimo. Ojala el salario mínimo fuera 550, entonces estaríamos en el primer mundo.

Y luego ¿por qué si se implementó como materia obligatoria el inglés para las licenciaturas con nuevos planes de estudio, se nos cobra aparte el costo total de esta materia sin contar con los beneficios de la beca colegiatura por promedio, que te exenta de pagarlas en todo o en parte? Además de la imposición de llevar el libro forzosamente a clase, que tiene un costo de $480 pesos en el departamento de lenguas extranjeras, (si no lo encuentras de segunda con el precio de $150 a 200), bajo amenaza de reprobar la materia si no lo adquieres.

¿Cómo, las autoridades no velan por los intereses de la comunidad estudiantil? Qué raro, yo les aconsejo que si no quieren saber de los defectos de las autoridades mejor se informen en la gaceta universitaria y sus boletines que nos mandan por internet con su única versión, porque ahí sí, las autoridades todo lo hacen y dicen bien, y además nos pintan una universidad de primer mundo, con todos los departamentos acreditados o por acreditar. ¡Que maravilla!

Es muy lamentable que las pocas personas que tenemos el privilegio de ingresar al nivel superior, además de tragarnos un mucho el orgullo y aceptar como pan diario que la constitución prácticamente es letra muerta, y lo que a educación se refiere no es la excepción, pues sacas por conclusión que eso de “LAICA Y GRATUITA” que ni en primaria se aplica, menos se hará en la universidad, gracias a la ley cuatro impulsada por nuestro “exgober precioso”, Manlio Fabio Beltrones, y defendida con uñas dientes por las autoridades universitarias. No porque les interese la legalidad como dicen, sino porque es un medio para mantener asegurado su poder de manera autoritaria, sin tener que someter sus acciones a la opinión de la comunidad universitaria.

De esa misma ley nació el recién nombrado ombusdman universitario, quien tendrá que realizar un arduo trabajo si quiere legitimarse como garante del respeto a nuestros derechos como estudiantes. Pero esa es otra historia…

Mientras tanto, si las cosas siguen por el mismo rumbo respecto a las cuestiones económicas, que son las que más resentimos de manera inmediata, nuestra madre y padre bien podrán adoptar como lema: “El saber de mis hijos, hará mi pobreza.”

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se por que quejarse tanto por las colegiaturas, ademas de es muy poco lo que se paga por semestre... además si sales bien solo pagas la inscripción y te sale aún mas barato, en lugar de quejarse hay que estudiar! y asi ese dinero lo usas para comer...

No veo nada de malo en eso... hay que ver el lado positivo, que si nos ponemos a buscar, hasta a la libertad de expresión tiene su lado negativo...